La creación es una necesidad. Un impulso. Una urgencia. La capacidad transformadora de los pueblos y sus ciudadanos estriba precisamente en la mediad en que estos puedan afrontar sus problemas de manera visionaria, con creatividad y dominio de los temas. La escritura se abre como esa arena dónde el escritor se encuentras con su propia voz, con su interioridad, sus temeridades y sus ambiciones. Es en esa fase contemplativa del individuo y su condición donde se origina el material literario que se transformará en arte y en vida. Por ende, la complejidad que reside en el desarrollo de aquellas tareas en el salón de clases dirigidas a desarrollar ciudadanos creativos propone un reto tanto para el maestro como para el sistema pedagógico al cual se circunscribe.